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“Amo la medicina rural y la elegiría siempre, aunque no sea valorada como se merece”

Las doctoras argentinas Cynthia Paola Ascoeta, de la Provincia de la Rioja y María José Chaler Puebla, de San Martín, Mendoza, relatan cómo es su día a día y qué las impulsó a trabajar como médicas rurales.

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“Es todo humo que se disipa en el espacio”, comentaba el médico rural argentino Esteban Laureano Maradona (Esperanza, 4 de julio de 1895-Rosario, 14 de enero de 1995) cuando le consultaban acerca del valor de los premios. Evidentemente, esos honores no eran los que le importaban. Aún así, durante su larga y legendaria vida recibió decenas de distinciones nacionales e internacionales y llegó a ser postulado en varias oportunidades para el Premio Nobel. Desde el año 2001 -gracias a la ley número 25.448- en Argentina se celebra el Día Nacional del Médico Rural, en conmemoración de su natalicio.

Este 4 de julio de 2022 encuentra a médicas y médicos rurales recorriendo la extensa geografía argentina, llegando a sitios inaccesibles y alejados, siempre ayudando a quienes más lo necesitan. Cargan un bagaje de conocimientos de medicina general, adquiridos durante su paso por residencias médicas. Permiten a numerosas familias el acceso a estrategias de atención primaria de salud. Son profesionales con una fuerte vocación de servicio, acostumbrados al trabajo en equipo, capaces de brindar soluciones en sitios en donde los problemas se confabulan con la escasez de recursos.

 

 

Entre llanos y montañas riojanas

La doctora Cynthia Paola Ascoeta.

La doctora Cynthia Paola Ascoeta nació en la ciudad de La Rioja. Allí en el año 2012 se recibió de médica en el lnstituto Universitario de Ciencias de la Salud – Fundación H. A. Barceló. Fue durante el inicio de su formación como médica de familia, realizada en el Hospital Regional Doctor Enrique Vera Barros, en donde sintió el flechazo de la medicina rural. “Íbamos a conocer de que se trataba y terminé enamorándome”, comenta a Océano Medicina.

Actualmente, la Dra. Ascoeta es coordinadora de la zona rural aledaña a la capital riojana. Tiene a su cargo 19 centros de atención primaria de la salud, distribuidos en cinco rutas y 120 kilómetros. Con un equipo conformado por médicos, personal de enfermería y agentes sanitarios, brinda asistencia a una población aproximada de 1.400 habitantes. En su mayoría son individuos de edades avanzadas y niños, debido a que los más jóvenes suelen emigrar a la ciudad en busca de nuevas oportunidades. Los que se quedan se dedican generalmente a la ganadería y a la agricultura.

 

 

“Algunos centros de atención son de difícil acceso por la presencia de caminos de tierra y en los días lluviosos directamente no se puede ingresar en camioneta a los parajes”, comenta la Dra. Ascoeta. Allí, entre otras cosas brindan atención médica a la población general, controlan embarazos y también el crecimiento de niños sanos. Además, colocan vacunas según calendario y se encargan de entregar medicamentos a pacientes con enfermedades crónicas.

En el frío de Mendoza

María José Chaler Puebla se recibió de médica -también en 2012-en la Universidad Nacional de Cuyo. Luego, durante el período 2012-2016, la Dra. transitó la especialización en medicina de familia. Fue en el Hospital Carlos Saporiti, ubicado en el departamento Rivadavia de esa provincia argentina. Allí comenzaron a surgir expectativas para su futuro profesional.

La doctora María José Chaler Puebla.

Desde hace cinco años todo se materializó en el centro de salud N° 126 de Agua Escondida. Un establecimiento sanitario situado en un pueblo del sureste de la provincia de Mendoza, casi en el límite con La Pampa. En este viven alrededor de 1.113 habitantes, en medio de un clima árido, con escasas precipitaciones. “En invierno se naturaliza el frío y a veces hasta puede llegar a nevar”, cuenta Puebla. Además, según refiere a Océano Medicina, es una zona de difícil acceso, generalmente con rutas en mal estado y un transporte público de larga distancia insuficiente.

Lo relatado parece no hacer mella en la vocación de la médica rural. Sus tareas habituales consisten en atención primaria en el centro de salud y recorridas por puestos rurales de la zona. Además realiza guardias pasivas en donde queda a la espera de emergencias médicas que suelen ocurrir en la comunidad. “Creo que la medicina rural me llena vocacionalmente y me enseña día a día, no solo profesionalmente, sino en un aspecto muy personal”, asegura la Dra. Y agrega que trabajar en una zona tan inhóspita es un gran desafío y un sueño cumplido para ella como médica de familia.

El corazón sobre todo

Ambas profesionales saben de lo complejo que es brindar atención médica en esos escenarios. También de lo difícil que resulta trasladar a un paciente a un establecimiento urbano para una atención de mayor complejidad. La Dra. Ascoeta aún recuerda las vicisitudes que debió atravesar para derivar un paciente con obesidad mórbida (340 kilogramos) y flebitis. En tanto que la Dra. Chaler Puebla comenta que existen situaciones en donde la logística del traslado se complica. Llegar al hospital más cercano puede demandar tres horas y media de viaje desde Agua Escondida.

Cuando se las interroga acerca de lo que resulta más gratificante en su trabajo, también coinciden. La dos responden que es el poder brindar ayuda a la gente. “Amo la medicina rural y la elegiría siempre, aunque no sea valorada como se merece”, sentencia la Dra. Ascoeta. Para la Dra. Chaler Puebla, en el ámbito rural constantemente se ponen a prueba formación, destreza y experiencia profesional. “No es una especialidad simple y fácil de ejercer, como habitualmente se piensa”, alerta.

Zona por la que transita a diario la doctora Chaler Puebla.

Algo que lamentan de su vocación es no poder compartir más momentos con la familia y los amigos. El acceso a la necesaria educación médica continua, con el auge de la virtualidad, se ha visto en el último tiempo facilitado.

“Si algún asomo de mérito me asiste en el desempeño de mi profesión, este es bien limitado. Yo no he hecho más que cumplir con el clásico juramento hipocrático de hacer el bien a mis semejantes”, manifestaba el siempre humilde Dr. Maradona. No se enoje, por favor doctor. Déjenos hoy saludar desde este magazine a los médicos y médicas rurales en su día. Y de existir algún premio para ellas y ellos, por supuesto nos gustaría que se les fuera otorgado.

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Fuente/s:

Esteban Laureano Maradona, artículo publicado en www.revisionistas.com.ar

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