Según la Organización Mundial de la Salud, el mobbing, o el acoso psicológico laboral, constituye un problema de salud pública. En los y las profesionales de la salud se asocia a impactos en la salud psíquica y física. También compromete la calidad de atención en las instituciones sanitarias.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) espera llegar durante 2030 a la cobertura sanitaria universal. Para dar con esa meta calcula que se necesita la incorporación de unos 18 millones de trabajadores sanitarios en todo el mundo. Pero los profesionales de la salud, especialmente aquellos que residen en países en vías de desarrollo, se convierten paulatinamente en un bien escaso. Es por eso que desde la entidad piden por iniciativas que permitan aumentarlos, protegerlos y retenerlos en los sistemas de salud. Además, creen que la lucha contra el mobbing -o acoso psicológico laboral- debe ser prioritaria en la búsqueda de mejores condiciones laborales. Este problema resulta prevalente e impacta de lleno en la salud física y mental de las víctimas. También compromete el desempeño laboral y la calidad de los servicios brindados por prestadores de salud.
La palabra mobbing resulta novedosa, pero la práctica perniciosa que denota no lo es. Ha sido definida como una situación en la que una persona, o grupo, ejerce violencia psicológica -al menos una vez por semana, durante un período no menor a seis meses- sobre otra persona o grupo. El fenómeno siempre se da en el ámbito laboral y busca destruir la reputación y perturbar el ejercicio profesional en quienes resultan víctimas. El fin último es que las personas afectadas abandonen sus puestos de trabajo.
Una revisión de este tópico fue publicada recientemente en la revista Educación y Salud. En primer término lleva la firma del Dr. Mario Ortiz, integrante de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (México). Allí se repasan los distintos tipos de mobbing que pueden existir. Los hay descendentes y se caracterizan por ser frecuentemente perpetrados por un jefe que reposa en su autoridad. Desde ahí ejerce violencia psicológica sobre sus subordinados. Pero también existe el mobbing que va en sentido inverso, o ascendente, o bien aquellos en donde no entran en juego jerarquías. Estos últimos suelen recibir el calificativo de horizontales.
Ortiz señala que otro tipo de acoso laboral frecuente es el denominado mobbing maternal. Suele presentarse en mujeres embarazadas o con un hijo menor de un año. Las víctimas tienen un rango de edad que generalmente va de los 25 a 35 años. Aquí la condición de madre desencadena una mayor presión psicológica. Frecuentemente se argumenta que la maternidad origina descuido o falta de compromiso en el trabajo.
Algunas investigaciones determinaron que el mobbing es más prevalente entre los profesionales de la salud que en la población general. Gracias a encuestas, se conoce que entre el 70% al 98,5% del personal de salud de Latinoamérica experimentó alguna situación de acoso. No es extraño entonces, que para la OMS, el mobbing represente un problema de salud pública.
La detección del acoso psicológico laboral es posible por medio de cuestionarios validados para tal fin. El LIPT-60 es uno de los más populares y se caracteriza por incluir preguntas de 60 actividades. Allí se busca encontrar impedimentos en la comunicación o en el contacto social. También la presencia de tácticas de desprestigio contra compañeros o el descrédito de la capacidad profesional, entre otros.
Además, el análisis de los actos hostiles generalmente permite describir la naturaleza y procedencia del mobbing. Si el acoso surge de jerarquías superiores, el blanco preferido del ataque suele ser la competencia profesional. En cambio, en el mobbing horizontal son más comunes de encontrar la burla, la ridiculización, o la exclusión.
Los expertos consideran al mobbing como algo más que un simple conflicto entre individuos. Consiste en un fenómeno complejo que solo puede ser comprendido luego del análisis de los factores individuales, organizacionales y sociales que operan. Además de afectar el desempeño en el trabajo, dicha situación compromete la salud física y mental de las víctimas.
Una persona que padece mobbing se caracteriza por experimentar insatisfacción, ansiedad o depresión. También sufre sentimientos de culpa, vergüenza o incluso miedo exacerbado. En casos más extremos aparecen el estrés postraumático y las ideaciones suicidas. En tanto que a nivel laboral ha sido descripto un mayor ausentismo, menor satisfacción en el trabajo y mayores chances de desarrollar síndrome de burnout. Todo esto, en definitiva, afecta la productividad y la calidad de servicio brindado por las organizaciones.
Algunas investigaciones han asociado al mobbing con estilos de supervisión autoritarios, pobre autonomía laboral y falta de una adecuada comunicación organizacional. Ortiz considera que las entidades sanitarias deben esforzarse para definir de manera clara los puestos de trabajo. También ve como importante que fomenten el desempeño laboral en equipo y promuevan espacios de negociación y capacitación en habilidades blandas.
Las víctimas de mobbing, en tanto, deben procurar establecer una comunicación abierta con compañeros y superiores. Además tienen que recibir asesoría psicológica y entrenamiento en asertividad, negociación y solución de problemas.
“El mobbing ejerce un impacto importante sobre los trabajadores y las instituciones”, sostiene Ortiz. Y en las conclusiones del texto agrega que “el problema reclama la atención urgente de los responsables de políticas públicas”.
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80 horas-Ortiz, M. I., Valencia Ortiz , A. I., & Espinoza Orozco , E. (2022). Mobbing en profesionales de la salud. Educación Y Salud Boletín Científico Instituto De Ciencias De La Salud Universidad Autónoma Del Estado De Hidalgo, 10(20), 244-250. https://doi.org/10.29057/icsa.v10i20.7809
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