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Argentina se despide del termómetro de mercurio

Este mes entró en vigencia el Convenio de Minamata para regular el uso de ese elemento fatal en actividades humanas.

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Desde el 1 de agosto, la Argentina no registra termómetros ni barómetros que contengan mercurio (Hg). Y desde enero de 2019 quedará prohibida su importación, fabricación, comercialización y validación de registros preexistentes. La misma suerte tendrán los higrómetros, manómetros, esfigmomanómetros, extensómetros, pletismógrafos, tensiómetros, entre otros instrumentos de medición usados en medicina.

Desde 2009, el país ha ido eliminando gradualmente los productos médicos que contengan el metal, una decisión del Ministerio de Salud de la Nación (resolución 139/2009) que responde al altísimo riesgo de contaminación ambiental y de envenenamiento, sobre todo en los niños, producidos por el mencionado elemento.

Pero también a la entrada en vigor del Convenio de Minamata (16 de agosto), el primer acuerdo ambiental internacional adoptado en los últimos 10 años –auspiciado por la ONU- que busca regular el uso de mercurio en actividades humanas y que fue celebrado en Ginebra, Suiza, en 2013 y ratificado este año por 51 de los países firmantes. El nombre del convenio hace honor a la ciudad japonesa de Minamata, donde en 1956 ocurrió un desastre ambiental del que resultaron miles de personas envenenadas tras ingerir alimentos y aguas contaminadas con mercurio. De ese evento tomó el nombre la enfermedad de Minamata, un síndrome neurológico grave que no tiene cura.

La ratificación de la Argentina fue confirmada en mayo pasado en un boletín oficial que reza lo siguiente: “Apruébase el Convenio de Minamata sobre el Mercurio, suscripto en la ciudad de Kumamoto —Japón— el 10 de octubre de 2013, que consta de treinta y cinco (35) artículos y cinco (5) anexos, cuyas copias autenticadas en idiomas español e inglés, forman parte de la presente ley”. En una nota de la revista Perfil, la ANMAT confirmó tal información y explicó, además, que el caso de las amalgamas dentales que contienen mercurio, llamadas también a ser eliminadas gradualmente por el convenio, se realiza actualmente en el país evaluaciones exhaustivas para obtener alternativas eficaces. Lo mismo ocurre con los cosméticos que contengan mercurio superior a 1 ppm.

En 2011, 300 hospitales y clínicas del país ya habían sustituidos el termómetro de mercurio por digitales, o estaban por hacerlo.

En Latinoamérica, Colombia es el primer país que más contamina por las emisiones de mercurio, con 180 toneladas al año y el tercero en el mundo (por debajo de China e Indonesia). Le siguen en la región Bolivia (más o menos 130 toneladas), Perú (70), Ecuador (50) y Brasil (45). Los datos son del monitoreo constante de la organización Mercury Watch. Cabe acotar que Brasil, Chile, Colombia, Guatemala, Paraguay, República Dominicana y Venezuela no han entregado instrumentos de ratificación del convenio.

La Unión Europea, uno de los últimos organismos en ratificar el Convenio de Minamata en mayo pasado (junto a 7 de sus Estados miembros: Bulgaria, Dinamarca, Hungría, Malta, los Países Bajos, Rumania y Suecia), ya había prohibido en 2014 la venta de cualquier instrumento médico de medición que contenga mercurio.

Según la ONG argentina Salud sin Daño, del 24 al 29 de septiembre de 2017 se reunirán en Ginebra, Suiza, “gobiernos y organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales de todo el mundo para avanzar en la toma de decisiones relacionadas con cuestiones técnicas, administrativas, operativas y financieras de la implementación del Convenio”.

Elemento letal

Para la OMS, el mercurio es uno de los diez “productos” o “grupos de productos químicos” presentes de forma natural en el aire, el agua y los suelos que plantean especiales problemas de salud pública. La principal vía de exposición humana es el consumo de pescado y marisco contaminados con metilmercurio, compuesto orgánico presente en esos alimentos.

La exposición al mercurio (incluso en pequeñas cantidades) puede causar graves problemas de salud a cualquier persona y es peligrosa para el desarrollo intrauterino y en las primeras etapas de vida, entre esas:

• La exposición intrauterina a metilmercurio por consumo materno de pescado o marisco puede dañar el cerebro y el sistema nervioso en pleno crecimiento del bebé, afectando ulteriormente al pensamiento cognitivo, la memoria, la capacidad de concentración, el lenguaje y las aptitudes motoras y espacio-visuales finas del niño
• Puede ser tóxico para los sistemas nervioso e inmunitario, el aparato digestivo, la piel y los pulmones riñones y ojos.
• El metilmercurio es muy diferente del etilmercurio. Este se utiliza como conservante en algunas vacunas y no supone un riesgo para la salud.

El mercurio está presente en muchos productos, entre ellos los siguientes:

• pilas;
• instrumental de medida como termómetros y barómetros;
• interruptores y relés eléctricos en diversos aparatos;
• lámparas (incluidos ciertos tipos de bombilla);
• amalgamas dentales (para empastes);
• productos para aclarar la piel y otros cosméticos;
• productos farmacéuticos.

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