Mitocondrias. En la adecuada activación y sustitución de esta parte de las células estuvo la clave del trasplante experimental que permitió a médicos del Hospital Infantil de Boston salvar la vida de un bebé recién nacido, que había llegado al mundo con el corazón debilitado por un paro cardíaco.

Este inusual caso clínico permitió poner en práctica, por primera vez en seres humanos con paro, un trasplante que, en este particular, no fue de otro órgano, sino de infusiones de mitocrondrias que son capaces de reactivar las células con las que se encuentran y, así, volver a poner en marcha al corazón lastimado.

Según reporta el diario estadounidense New York Times, la paciente, llamada Georgia Bowen, nació el 18 de mayo de 2018 con una parte del corazón muerta a causa de un ataque cardíaco sufrido probablemente dentro del útero justo antes de su llegada al mundo, en el Hospital de Masachusetts. En ese centro de salud, fue conectada a respiradores y reanimadores, para luego ser trasladada al Hospital Infantil de Boston donde, dada la gravedad del caso, decidieron probar con la ejecución de esta técnica experimental.

Para llevar a cabo el procedimiento, los médicos tomaron un billón de mitocondrias de un músculo saludable del abdomen del bebé e introdujeron esta parte de energía celular en su corazón. El resultado fue sorprendente; el órgano no solo fue reanimado sino que empezó a regenerarse lentamente hasta sanar.

“Le dieron una oportunidad de luchar”, declaró la madre del bebé, Kate Bowen, de 36 años, de Duxbury, Massachusetts al New York Times.

La técnica que salvó a esta pequeña ha sido aplicada hasta el momento en 11 bebés del Hospital Infantil de Boston, de los cuales ocho han logrado sobrevivir, dos murieron porque sus corazones seguían enfermos y uno sufrió una infección. La tasa de mortalidad con la nueva técnica es, así, bastante más baja en comparación con la de los neonatos con problemas cardíacos que no recibieron el tratamiento y que únicamente fueron conectados a un oxigenador de membrana extracorpóreo o Ecmo, que es de 65%.

El desarrollo de esta técnica fue posible gracias a la alianza entre dos expertos: el Dr. Sitaram Emani, cirujano cardíaco pediátrico que administró el trasplante; y el Dr. James McCully, investigador que había avanzado en el descubrimiento de la efectividad de esta técnica en cerdos.

Los trabajos de McCully fueron clave para identificar el procedimiento mediante el cual podrían aislar las mitocondrias e inyectarlas en el corazón lastimado. Según detalla el diario, a partir de una muestra abdominal del cerdo, “se recuperó entre 10 mil millones y 30 mil millones de mitocondrias e inyectó mil millones directamente en las células del corazón lesionadas. Para su sorpresa, las mitocondrias se movieron como imanes hacia los lugares adecuados de las células y comenzaron a suministrar energía”.

Cuando Emani conoció sobre esta investigación se interesó en la posibilidad de conseguir los mismos resultados en los corazones de los neonatos que a diario debía atender en el hospital. Juntos, empezaron a atender primero a los que sobrevivían a su pase por el Ecmo y los resultados han sido hasta ahora bastante prometedores en corazones con células dañadas, pero no muertas del todo.

El siguiente paso, esperan, será el estudio y la posible ejecución de esta técnica en pacientes adultos, y también posiblemente en el tratamiento de otro tipo de afecciones, no necesariamente cardíacas, en las que sea necesario salvar un órgano con daños anatómicos.

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