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ENFERMERÍA

Nutrición enteral: aspectos prácticos para enfermería

La nutrición enteral es una práctica rutinaria en el ámbito de la enfermería. Y los pacientes se benefician notoriamente con ella. Conocer indicaciones, contraindicaciones y potenciales complicaciones, resulta de gran utilidad para la actividad diaria.

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Los aspectos más relevantes del artículo

  • La nutrición enteral es una práctica muy frecuente en enfermería.
  • Busca brindar cuidado nutricional y facilitar la recuperación funcional de distintas patologías.
  • Se deben tener en claro indicaciones, contraindicaciones y posibles complicaciones de la nutrición enteral.

No existen dudas de que el cuidado nutricional resulta vital para la recuperación funcional de distintas patologías. Y en enfermos que no tienen capacidad para ingerir alimentos, pero mantienen un buen funcionamiento intestinal, la nutrición enteral ha contribuido a reducir notablemente la morbimortalidad de algunas de ellas.

Es que dicha práctica evita el autocatabolismo proteico, el sobrecrecimiento bacteriano, la traslocación bacteriana, la pérdida de defensas inmunológicas del aparato digestivo y la atrofia del enterocito. Pocas intervenciones nutricionales han adquirido con el correr de los años tanta importancia a nivel hospitalario y extrahospitalario. Esto de la mano de avances tecnológicos, un mayor conocimiento de la fisiopatología de la desnutrición y una mejor evaluación del impacto que una inadecuada nutrición desencadena en diferentes patologías.

¿Qué pacientes se benefician con la nutrición enteral?

En un reciente artículo, publicado en la Revista Sanitaria de Investigación, se menciona que la utilización de la nutrición enteral constituye una práctica de primera elección en pacientes desnutridos -o en riesgo de desnutrición- que son incapaces de cubrir con la alimentación natural, o la suplementación, el total de los requerimientos calóricos y proteicos. Como condición, los enfermos deben tener un intestino mínimamente funcionante.

El texto lleva la firma en primer término de Raquel Moreno Fraile, especialista española en enfermería familiar y comunitaria. Allí se comenta que la nutrición enteral está indicada en aquellas personas que no pueden utilizar la vía oral, o tienen limitaciones en su uso. Ya sea por alteraciones anatómicas, funcionales, u otras situaciones. Las contraindicaciones, en cambio, llegan por situaciones en las que el tracto gastrointestinal no es funcionante, o funciona con dificultad. Algunas de ellas serían: el íleo mecánico o paralítico, diarrea severa o vómitos incoercibles, fístulas entéricas, inestabilidad hemodinámica, pancreatitis aguda severa u obstrucción intestinal.

La administración de nutrientes por esta vía puede significar la dieta total, o bien constituir suplementos. Y resulta ventajosa en aspectos fisiológicos, de seguridad para el paciente y hasta económicos. Esto, en comparación con otras formas de administración, como por ejemplo la nutrición parenteral. Las vías de acceso más frecuentes para la nutrición enteral incluyen la oral, el empleo de sondas nasogástricas o nasoentéricas y la realización de ostomías. La elección de una, u otra vía, depende de las características del paciente, del riesgo de broncoaspiración y el tiempo de permanencia que se estima tendrá la nutrición enteral.

Colocación de sonda nasogástrica

La colocación de una sonda nasogástrica resulta un procedimiento habitual en pacientes que ingresan a un centro hospitalario, o permanecen en internación domiciliaria. Estos dispositivos son tubos de poliuretano, o silicona, que suelen ser bien tolerados, no son irritantes para el tracto nasofaríngeo y resisten al pH ácido del estómago.

En personal entrenado, el procedimiento suele ser sencillo, pero siempre requiere la colaboración del paciente. En el texto se menciona que luego de colocada la sonda nasogástrica, es importante constatar que esté en correcta posición. Para ello, la realización de una radiografía siempre constituye el método más fiable.

Un paciente que tiene colocada una sonda nasogástrica necesita siempre cuidados diarios. Se debe controlar la correcta permeabilidad y situación de la sonda, cambiar el esparadrapo y procurar rotar el punto de fijación a la piel para evitar irritaciones. Además, es recomendable movilizar la sonda con el fin de cambiar los puntos de apoyo sobre la mucosa digestiva. También resulta necesaria una adecuada higiene buco-nasal y la limpieza del interior de la sonda nasogástrica para evitar que se depositen residuos de fórmula. La presencia de manchas, obstrucciones, grietas, orificios y la extracción accidental, o voluntaria por parte del paciente, llevan a su recambio.

Otras vías de nutrición enteral

Según el texto, las sondas nasoentéricas están indicadas en pacientes con riesgo de aspiración pulmonar y que tengan prescripta la nutrición enteral por un largo plazo (>6 semanas). Pero también en pacientes que tienen dificultad de vaciamiento gástrico y en aquellos con gran riesgo de reflujo gastroesofágico. Por el contrario, están contraindicadas en la obstrucción del tracto gastrointestinal. Aquí los cuidados necesarios son similares a los mencionados para la sonda nasogástrica.

Las ostomías constituyen accesos a través de la piel por vía quirúrgica, endoscópica, o radiológica. Se destacan la gastrostomía y la yeyunostomía. En general, se prefieren los procesos de colocación percutáneos, tanto endoscópicos como radiológicos, dado que presentan una menor morbimortalidad y permiten un rápido inicio de la alimentación.

¿Qué complicaciones se deben vigilar en estos pacientes?

Por último, en el artículo se repasan las posibles complicaciones asociadas a la nutrición enteral. Allí se las clasifica en:

Mecánicas: guardan relación con el material y el calibre de la sonda. Dependen de la vía de acceso, el tiempo de permanencia de la sonda y los cuidados periódicos.
Gastrointestinales: las más frecuentes son diarreas, estreñimiento, distensión abdominal, aumento del residuo gástrico o vómitos.
Infecciosas: tienen menor incidencia. Se destacan: aspiración del contenido gástrico, peritonitis, gastroenteritis.
Metabólicas: incluyen alteraciones hidroelectrolíticas, hiperglucemia, hipoglucemia, o la deshidratación hipertónica.

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Fuente/s:

Enfermería y nutrición enteral. Raquel Moreno Fraile; Ana Ruata Laclaustra; María Blanca Vera Sáez-Benito; Mar Aquilué Berdún; Gloria Ariño Gadea; Miriam Brocate San Juan. Revista Sanitaria de Investigación, ISSN-e 2660-7085, Vol. 4, Nº. 3, 2023.

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